Acaricia el eco.
Placebo indemne de noches laxas
exilado en cuadros desmarcados
tarareando una de las tantas melodías
que lo conmueve.
Y se filtra, compañero de las letras,
de los signos, de las savias,
para ecualizar el hambre de las manos,
de las sienes, de los tiempos,
y volverse trueno.
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