Renaciendo en los bordes,
como siempre, como nunca,
rodeada de la ausencia de colores pasteles
que me aquieten.
Allí,
en el límite entre la locura y el desvarío,
entre la plenitud y el ahogo,
desgarrándome la piel con el filo de la huida.
Otra vez,
camarada del vacío
donde las fotografías insisten en sepia.
Me acerco a las cornisas
privada del vértigo que podría protegerme del desplome,
de los vientos que me hacen tambalear en cada paso
y del empeño de esa luz en dejarme ciega.
Viajes invisibles sin lugar ni tiempo de llegada,
paraísos inocuos.
como siempre, como nunca,
rodeada de la ausencia de colores pasteles
que me aquieten.
Allí,
en el límite entre la locura y el desvarío,
entre la plenitud y el ahogo,
desgarrándome la piel con el filo de la huida.
Otra vez,
camarada del vacío
donde las fotografías insisten en sepia.
Me acerco a las cornisas
privada del vértigo que podría protegerme del desplome,
de los vientos que me hacen tambalear en cada paso
y del empeño de esa luz en dejarme ciega.
Viajes invisibles sin lugar ni tiempo de llegada,
paraísos inocuos.